sábado, 2 de diciembre de 2023

Endocracia, consciencia y gestión social

Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.

 

 



Hasta ahora la nota distintiva de esta humanidad ha sido la consciencia egocéntrica, es decir, creer que todo y todos han de girar en torno a uno mismo (“lo que yo quiero, como yo quiero, cuando yo quiero”). Por lo tanto, gestionar la endocracia en este escenario se convierte hoy en día en un desafío, pues está en contravía con el tipo de gestión superficial e individualista que elige la mayoría de las personas, algo por demás paradójico, pues una vida de materialismo, egocentrismo y frivolidad suele conducir a la separatividad, la infelicidad y al vacío existencial. La endocracia, por el contrario, aporta sustancia, energía y significado a la vida, ofreciendo al colectivo humano un nuevo enfoque desde donde mirarnos los unos a los otros, una consciencia de unidad (fraternidad).

 

En el ámbito social y político la endocracia contrasta con los sistemas de gestión y gobierno que hasta la presente han imperado en la humanidad. Si bien estos sistemas han evolucionado desde la autocracia hasta la actual democracia, la endocracia nos plantea un posible siguiente paso evolutivo. Todos los sistemas que hasta ahora hemos conocido tienen como común denominador una gestión centrada en el exterior (desde fuera y hacia fuera), mientras que la endocracia nos propone algo radicalmente distinto, una gestión centrada en el interior, desde donde se proyecte hacia el exterior (desde dentro hacia fuera). Es por esta razón que la endocracia está muy vinculada con lo que actualmente llamamos consciencia.


 

¿Y qué entendemos por consciencia?. Al respecto, el diccionario de la lengua española la define como una triple capacidad: la capacidad de conocerse a uno mismo, de conocer la realidad que nos rodea y de interactuar con ella. Por lo tanto, se pudiera entender como una propiedad cognoscitiva de nuestra esencia, una especie de sistema operativo del espíritu humano desde donde brota la sabiduría interior. Podemos decir que la consciencia es para la ciencia, lo que el alma es para el creyente. Esto perfila a la endocracia como una vía filosófica de entendimiento entre ciencia y espiritualidad, pues ambas son enfoques distintos que nos acercan hacia una misma Verdad; representan las dos alas del vuelo del ser humano hacia el conocimiento de sí mismo.

 

Al vincular endocracia y consciencia, automáticamente nos sintonizamos con todo un caudal de conocimiento que legaron muchos sabios y sabias a la humanidad relativo a la importancia y trascendencia del autoconocimiento, que podemos resumir con la expresión del gran filósofo de la Grecia antigua, Platón: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.  

 

En el mundo, hemos dado poder a líderes sin pureza (sin ética, valores o virtudes), quienes utilizan el poder para satisfacer sus ambiciones personales y las de sus allegados, sirviéndose, en lugar de servir al pueblo que lo eligió.

 

La endocracia nos recuerda que hay un poder dentro de cada uno de nosotros y dentro de cada candidato a ser líder de una comunidad, provincia o nación. Es un poder guiado por la sabiduría interior que procede de su divinal esencia (en palabras de San Juan de La Cruz, místico cristiano, 1542-1591).   


          La endocracia nos hace tomar consciencia de nuestro poder para tomar decisiones basadas en la sabiduría, sensatez y sentido común. Por ello nos hace reflexionar cuidadosamente para poder
trascender el viejo paradigma de elegir a un gobernante por lo meramente externo (apariencia, emocionalidad, promesas, populismo), que solo se harán realidad si están acompañados de valores como la responsabilidad, honestidad y la rectitud. Más decadente aun es cuando elegimos a un gobernante basándonos en beneficios personales que obtendremos de ello, olvidando el bien común. La endocracia nos enseña a ver más allá de las apariencias, ver el fondo tras la forma y poder reconocer el verdadero tesoro que hay en el interior del líder, sus virtudes.

 


La endocracia le enseña al líder cuales son los atributos internos que debe cultivar en sí mismo antes de emprender su campaña. Le lleva a encontrarse consigo mismo, con su consciencia, con su alma. Escudriñar su interior y discernir si de veras anhela servir de corazón a la humanidad a través del poder que recibirá o solo está siendo movido por su sombra, que aun no atina a iluminar. Le recuerda al líder la gran responsabilidad ante el mundo y ante Dios, que esta tarea implica. Deberá tener la humildad suficiente para comprender que este poder no es suyo, sino que fluirá a través suyo, y debe utilizarlo para el servicio. Que el reconocimiento mayor no será exterior, sino interior: la satisfacción de haber cumplido la misión por la que vino a este mundo.  

 

El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Solo reconocerá las virtudes reales de un líder quien las cultive en sí mismo.

 

La endocracia no se limita a empoderarnos para elegir a los gobernantes locales o nacionales. Se refiere también, y, sobre todo, al autogobierno, a ser autosoberanos, gobernadores de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras relaciones. Para lograr esto e incrementar nuestro poder de discernimiento, intuición y sabiduría al tomar nuestras decisiones, hemos de ocuparnos de nuestra propia auto-transformación (nacer de nuevo, en palabras de Cristo Jesús), reconociendo e iluminando el aspecto sombra de nuestra personalidad, transformando los antivalores (ira, odio, miedo, avaricia, codicia, egoísmo, hipocresía, apego) en valores y virtudes (paz, amor, respeto, responsabilidad, pureza, verdad, humildad, bondad) hasta personificarlos en nuestra vida mediante prácticas de vida consciente.

Estas prácticas de vida consciente te permitirán caminar por el mundo con una consciencia más despierta, más compasiva, más libre y feliz. Al encarnar estas prácticas de vida le estarás bajando el volumen al olvido del Ser (nuestra sombra, antivalores, vicios) y subiendo el volumen al recuerdo del Ser (nuestra esencia con sus dones, talentos y virtudes), con lo cual estarás expandiendo tu consciencia, repercutiendo (aunque no lo quieras o no lo veas) sobre tu hogar, agrupación o familia, apoyando la transformación en un hogar consciente, saludable y feliz.  

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¿Cómo ejercitar la endocracia en nuestra vida?    

Prácticas de vida consciente      

Endocracia. El Poder Interior

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