lunes, 12 de febrero de 2024

CONVERSATORIO CONSCIENTE EN ECOALBORADA




TEMA: ¿Es posible una vida plena?

CONTENIDO: En primer lugar se ofrecerá una charla (presencial y on line)  sobre el tema de la plenitud, lo que significa, sus características y las práctica de vida que la acercan a nosotros. Luego, abriremos un conversatorio con los asistentes, para intercambiar ideas y aclarar dudas sobre este importante tema.

FECHA: sábado 17 de febrero del 2024.

HORA: Hora de inicio: 2:30 pm; Hora de finalización: 5:30 pm.

LUGAR: Borota, sector San Mauricio, Granja EcoAlborada, Estado Táchira (Venezuela). Punto de referencia: pasando el Parque Tío Conejo.

Servicio Gratuito. (recibimos donativos voluntarios destinados a apoyar causas sociales detectadas en nuestra comunidad de Borotá)

COMPARTIR: puedes traer algún alimento o bebida para compartir con los demás al final de la actividad.

CONTACTO* 0414 7239604 / @ecoalborada / https://EcoAlborada.blogspot.com 

sábado, 2 de diciembre de 2023

ENDOCRACIA

El poder interior 

Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.

 


        Hace varios años, mientras dormía, ya cerca del amanecer, me despertó súbitamente una palabra que iluminó mi pantalla mental y una voz interna la pronunció retumbando en mis oídos. La palabra fue: “Endocracia”.

 

Primera vez que la escuchaba. Se lo expresé a mi esposa y en seguida fui en busca del diccionario para conocer su significado y, ¡oh sorpresa!, ¡esta palabra no existe en el diccionario! 

    La palabra más cercana que pudiera servir para inferir su significado es: “Democracia”, del griego demos: pueblo y kratos: autoridad, o sea, el poder en manos del pueblo. Entonces endocracia significaría: el poder en manos de nuestro interior (de nuestro ser, esencia o consciencia) en una primera acepción; o gobierno interior, en una segunda acepción.

 

Es recién ahora que cobra sentido esta palabra al ser testigos presenciales de cómo se está desmoronando nuestra sociedad, nuestras familias y nuestro medio ambiente. Muchos pensadores y sabios de nuestra época catalogan a la nuestra como una sociedad distópica, inmersa en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, provocado por una consciencia humana preponderantemente egocéntrica, materialista e individualista, una sociedad que “ha matado a Dios” (a decir de Friedrich Nietzsche, filósofo y filólogo alemán, 1844-1900), en la cual se ha desterrado toda idea de lo trascendente y, por lo tanto, que otorga todo el poder a lo exterior, lo superficial y efímero.

 

Solemos tener ojos miopes a la hora de ir a la causa más profunda de esta decadencia y solo atinar a ver la superficie. No obstante, al profundizar cada vez más en la causa de fondo de estos problemas, nos conseguimos una y otra vez con comportamientos humanos tales como: el materialismo, el egoísmo, la codicia, la deshumanización, la desnaturalización (desconexión y desprecio de la naturaleza), el especismo (considerar a la especie humana como superior, y, por tanto, dueña y con derecho a disponer de las demás especies vivas del planeta), etc. Estas actitudes de baja gama vibracional (también llamadas vicios o antivalores) son agentes que contaminan la consciencia del ser humano y dejan de lado los valores que son los cimientos de cualquier construcción consciente que queramos efectuar.

 

Por ejemplo: es por codicia y ambición que depredamos la naturaleza y sus recursos sin importar la destrucción que infringimos a los ecosistemas. Es por ego y soberbia que hay opresión y oprimidos entre las familias y los pueblos. Es por apego y avaricia que se penetra en el frio mundo del materialismo aun a expensas de arriesgar nuestra salud y felicidad.

 

Estos antivalores tienen un común denominador: la ignorancia, desconocimiento u olvido del ser consciente que somos. Como dijo François de Rebelais (sacerdote y médico francés, 1494-1553): “La ignorancia es el origen y la madre de todos los males”.

 

Ignoramos quienes somos y confundimos apariencia con esencia. Creemos ser lo que tenemos; creemos ser los títulos que ostentamos; creemos ser el estatus socioeconómico. Todos estos son posesiones, roles y aspectos de nuestra vida, pero no lo que somos. Incluso, intentando dar un paso de introspección solemos identificarnos en principio con nuestra parte perecedera (El “yo inferior” (Ego): nuestro cuerpo físico, emocional, mental, y la personalidad a él asociada), relegando al olvido a nuestra parte imperecedera, nuestra esencia y conductor de nuestro vehículo humano. Erigir nuestra personalidad sobre estos fundamentos exteriores pone en riesgo nuestro bienestar, felicidad y realización, pues entramos a depender enteramente de como vayan las circunstancias exteriores para experimentar satisfacción en la vida. Y ¿cuándo no estén?, ¿cuándo se acaben?

 

Por olvidar nuestra esencia somos presa fácil de las campañas publicitarias que caracteriza a nuestra sociedad de consumo actual. Caemos en la trampa de creer que si no tenemos aquello o lo otro no seremos felices. Confundimos prosperidad con posesiones o abundancia con acumulación. Incluso, se nos estimula a compararnos con los demás, siendo esta actitud caldo de cultivo para la aparición de otros antivalores, como la envidia, la vanidad y el egoísmo.

 

 


            La endocracia nos recuerda que hay un poder dentro de cada uno de nosotros. Es un poder que incluye los dones, talentos, valores y las virtudes que atesoramos, tanto humanas (templanza, fortaleza, prudencia, justicia) como divinas (paz, voluntad, verdad, amor, bondad, sabiduría, felicidad).

 A diferencia del poder exterior que es limitado por ser mutable y perecedero, el poder interior es un poder real por ser permanente y no perecedero. Una vez lo adquieras (o más precisamente, una vez que te hagas consciente de él) permanecerá contigo por siempre, aun cuando estés atravesando embates y adversidades en la vida. De hecho, la endocracia nos otorga herramientas para afrontar los desafíos y las dificultades que nos presenta la vida, ofreciéndonos la posibilidad de experimentar plenitud, aun cuando las cosas no marchen como quisiéramos.

 

Otra acepción de la endocracia es la capacidad de gobernarse a sí mismo (autosoberanía). ¿Ya has tomado consciencia de que tienes un universo interior por gobernar?. Esta pregunta profunda y provocadora nos recuerda el Principio Hermético de Correspondencia que se basa en la analogía: “como arriba es abajo; como abajo es arriba”.  Así como hay un macrocosmos gobernado por un Creador, también hay un microcosmos gobernado por un co-creador que eres tú mismo. Considera por tanto a tu cuerpo humano como un universo con galaxias (órganos, tejidos), estrellas (neuronas; núcleos atómicos), planetas (células; electrones orbitando a los núcleos). Esta visión nos pone frente a frente con la responsabilidad, considerada por algunos sabios como el primer portal del alma. Se refiere a tomar plena consciencia de la importancia trascendental que significa la encarnación humana, la responsabilidad que tenemos para con los órganos, sistemas, células, moléculas y átomos que componen nuestro cuerpo humano (microcosmos). Para todos ellos nosotros somos “Dios”, y están prestos a seguir nuestros designios, expresados en la forma de pensamientos, sentimientos y acciones, en la dirección que nosotros mismos otorguemos.

 



    El verdadero autosoberano es aquel que gobierna sobre los diferentes componentes de su vehículo humano (físico, energético, emocional y mental). Estamos 
llamados a emprender la ardua y satisfactoria labor de gobernar sobre nuestros órganos de los sentidos, nuestros deseos, emociones y pensamientos. Esta tarea necesariamente lleva a elevar nuestra mirada para ver la vida con ojos nuevos, a tomar plena consciencia de la esencia divinal que somos y a impregnarnos de poder interior para tomar las riendas de nuestra vida.


Si yo cambio, el mundo cambia. La endocracia nos convoca a un sincero trabajo interior en beneficio propio y el de nuestro entorno. Podemos resumir esta labor into como el proceso alquímico interior de incinerar la sombra de nuestra apariencia con la luz de nuestra esencia, para de esa manera recuperar la memoria de nuestra divinidad olvidada. Empoderados con este recuerdo al que llamamos espiritualidad (filosofía aplicada), nacer a una nueva forma de ver, comprender y vivir la vida, servir con nuestros dones y talentos, vivir y convivir en paz, amor y libertad. Con todo esto estaremos siendo semillas para una nueva humanidad y ofreciendo nuestro aporte de consciencia al consciente colectivo de la humanidad.

 

Si bien el término endocracia nos pudiera parecer nuevo, nada de lo acá expresado en realidad es innovador, pues forma parte del legado de conocimiento y práctica de grandes personajes de nuestra historia y de los guías morales y espirituales de la humanidad.

 

El Libertador de América, Simón Bolívar, conocía bien acerca de esto y lo resumió en muy pocas palabras:

 

"Moral y luces son nuestras primeras necesidades".


Leer más:


Endocracia, consciencia y gestión social 

 

¿Cómo ejercitar la endocracia en nuestra vida?   


Prácticas de vida consciente 


Endocracia, consciencia y gestión social

Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.

 

 



Hasta ahora la nota distintiva de esta humanidad ha sido la consciencia egocéntrica, es decir, creer que todo y todos han de girar en torno a uno mismo (“lo que yo quiero, como yo quiero, cuando yo quiero”). Por lo tanto, gestionar la endocracia en este escenario se convierte hoy en día en un desafío, pues está en contravía con el tipo de gestión superficial e individualista que elige la mayoría de las personas, algo por demás paradójico, pues una vida de materialismo, egocentrismo y frivolidad suele conducir a la separatividad, la infelicidad y al vacío existencial. La endocracia, por el contrario, aporta sustancia, energía y significado a la vida, ofreciendo al colectivo humano un nuevo enfoque desde donde mirarnos los unos a los otros, una consciencia de unidad (fraternidad).

 

En el ámbito social y político la endocracia contrasta con los sistemas de gestión y gobierno que hasta la presente han imperado en la humanidad. Si bien estos sistemas han evolucionado desde la autocracia hasta la actual democracia, la endocracia nos plantea un posible siguiente paso evolutivo. Todos los sistemas que hasta ahora hemos conocido tienen como común denominador una gestión centrada en el exterior (desde fuera y hacia fuera), mientras que la endocracia nos propone algo radicalmente distinto, una gestión centrada en el interior, desde donde se proyecte hacia el exterior (desde dentro hacia fuera). Es por esta razón que la endocracia está muy vinculada con lo que actualmente llamamos consciencia.


 

¿Y qué entendemos por consciencia?. Al respecto, el diccionario de la lengua española la define como una triple capacidad: la capacidad de conocerse a uno mismo, de conocer la realidad que nos rodea y de interactuar con ella. Por lo tanto, se pudiera entender como una propiedad cognoscitiva de nuestra esencia, una especie de sistema operativo del espíritu humano desde donde brota la sabiduría interior. Podemos decir que la consciencia es para la ciencia, lo que el alma es para el creyente. Esto perfila a la endocracia como una vía filosófica de entendimiento entre ciencia y espiritualidad, pues ambas son enfoques distintos que nos acercan hacia una misma Verdad; representan las dos alas del vuelo del ser humano hacia el conocimiento de sí mismo.

 

Al vincular endocracia y consciencia, automáticamente nos sintonizamos con todo un caudal de conocimiento que legaron muchos sabios y sabias a la humanidad relativo a la importancia y trascendencia del autoconocimiento, que podemos resumir con la expresión del gran filósofo de la Grecia antigua, Platón: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.  

 

En el mundo, hemos dado poder a líderes sin pureza (sin ética, valores o virtudes), quienes utilizan el poder para satisfacer sus ambiciones personales y las de sus allegados, sirviéndose, en lugar de servir al pueblo que lo eligió.

 

La endocracia nos recuerda que hay un poder dentro de cada uno de nosotros y dentro de cada candidato a ser líder de una comunidad, provincia o nación. Es un poder guiado por la sabiduría interior que procede de su divinal esencia (en palabras de San Juan de La Cruz, místico cristiano, 1542-1591).   


          La endocracia nos hace tomar consciencia de nuestro poder para tomar decisiones basadas en la sabiduría, sensatez y sentido común. Por ello nos hace reflexionar cuidadosamente para poder
trascender el viejo paradigma de elegir a un gobernante por lo meramente externo (apariencia, emocionalidad, promesas, populismo), que solo se harán realidad si están acompañados de valores como la responsabilidad, honestidad y la rectitud. Más decadente aun es cuando elegimos a un gobernante basándonos en beneficios personales que obtendremos de ello, olvidando el bien común. La endocracia nos enseña a ver más allá de las apariencias, ver el fondo tras la forma y poder reconocer el verdadero tesoro que hay en el interior del líder, sus virtudes.

 


La endocracia le enseña al líder cuales son los atributos internos que debe cultivar en sí mismo antes de emprender su campaña. Le lleva a encontrarse consigo mismo, con su consciencia, con su alma. Escudriñar su interior y discernir si de veras anhela servir de corazón a la humanidad a través del poder que recibirá o solo está siendo movido por su sombra, que aun no atina a iluminar. Le recuerda al líder la gran responsabilidad ante el mundo y ante Dios, que esta tarea implica. Deberá tener la humildad suficiente para comprender que este poder no es suyo, sino que fluirá a través suyo, y debe utilizarlo para el servicio. Que el reconocimiento mayor no será exterior, sino interior: la satisfacción de haber cumplido la misión por la que vino a este mundo.  

 

El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Solo reconocerá las virtudes reales de un líder quien las cultive en sí mismo.

 

La endocracia no se limita a empoderarnos para elegir a los gobernantes locales o nacionales. Se refiere también, y, sobre todo, al autogobierno, a ser autosoberanos, gobernadores de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras relaciones. Para lograr esto e incrementar nuestro poder de discernimiento, intuición y sabiduría al tomar nuestras decisiones, hemos de ocuparnos de nuestra propia auto-transformación (nacer de nuevo, en palabras de Cristo Jesús), reconociendo e iluminando el aspecto sombra de nuestra personalidad, transformando los antivalores (ira, odio, miedo, avaricia, codicia, egoísmo, hipocresía, apego) en valores y virtudes (paz, amor, respeto, responsabilidad, pureza, verdad, humildad, bondad) hasta personificarlos en nuestra vida mediante prácticas de vida consciente.

Estas prácticas de vida consciente te permitirán caminar por el mundo con una consciencia más despierta, más compasiva, más libre y feliz. Al encarnar estas prácticas de vida le estarás bajando el volumen al olvido del Ser (nuestra sombra, antivalores, vicios) y subiendo el volumen al recuerdo del Ser (nuestra esencia con sus dones, talentos y virtudes), con lo cual estarás expandiendo tu consciencia, repercutiendo (aunque no lo quieras o no lo veas) sobre tu hogar, agrupación o familia, apoyando la transformación en un hogar consciente, saludable y feliz.  

Leer mas:

¿Cómo ejercitar la endocracia en nuestra vida?    

Prácticas de vida consciente      

Endocracia. El Poder Interior

¿Como ejercitar la endocracia en nuestra vida?

Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.



 

La manera de ejercitar la endocracia en nuestra vida es a través de tres actividades complementarias entre sí: el estudio, la conexión y la coherencia a través de la acción consciente.

 

El Estudio: consiste en dedicar un tiempo diario a aquellas lecturas que inspiren y motiven la búsqueda de la Verdad esencial, junto con sus valores y virtudes inherentes (libros sagrados, lecturas de consciencia, filosofía, lecciones de vida, etc); lecturas inspiradoras acerca de la vida y obra de los santos, seres iluminados y maestros de la humanidad; y lecturas que nos ayuden a idear planes para mejorar la vida, alinearla con nuestra meta y objetivo. 

 

La conexión ha de gestarse primero hacia dentro (conexión con nosotros mismos, con nuestra esencia) a través de algún método de autoobservación; de allí surge una correcta y consciente conexión con los demás y con el mundo que nos rodea. Este nivel superior de conexión desemboca necesariamente en una acción consciente, que es lo opuesto a la reactividad, el culto a la velocidad, los afanes, las expectativas y la indivi-dualidad que caracteriza a la acción corriente que predomina en esta sociedad distópica en que vivimos.

 

La acción consciente consiste en prácticas de vida atenta, serena y armónica, guiadas por el anhelo de iluminar las áreas grises de nuestro carácter y transformarlas en valores y virtudes que posibiliten personificar la mejor versión de nosotros mismos, ampliando paulatinamente nuestra mira hasta lograr ver a los demás seres como lo que intrínsecamente son: nuestros hermanos. De esta manera estaremos haciendo nuestro aporte la consciencia de unidad, que, según muchos sabios, será la consciencia predominante de la nueva humanidad emergente post-distopía.




 Un nivel superior de estudio, conexión y prácticas de vida consciente nos lleva ineludiblemente a la satisfacción en la vida, a una convivencia armónica con los demás y con la madre tierra; nos permite aportar nuestro grano de arena al bien común, a la ecología y a la Vida. Cuando estas prácticas se repiten día tras día se transforman en un estilo de vida consciente, aquel que da énfasis a la esencia imperecedera por sobre la apariencia efímera, en un contexto no teórico, sino práctico, haciendo carne y sangre nuestra filosofía de vida y/o aterrizando nuestra espiritualidad, es decir, aplicando las verdades filosóficas o espirituales en la vida cotidiana.

 

Prácticas de vida consciente

Se trata de la implementación de sencillos hábitos y costumbres cuya finalidad es alinearnos con la existencia, dar nuestro aporte consciencial en lo particular a nuestra vida y en lo general a la humanidad. Estas prácticas permiten un mayor grado de bienestar, libertad, felicidad y consciencia, tanto a nosotros como a los otros, y al entorno donde nos desenvolvemos. Las hemos reunido en siete:

1.     Vive saludable:

a.     Ser plenamente consciente del tipo de alimentos que ingerimos y del tipo de líquidos que bebemos;

b.     Ser constante con la ejercitación de nuestro cuerpo y nuestra mente;

c.      Proporcionarle a nuestro cuerpo el adecuado descanso, incluyendo un sueño reparador.

2.     Vive en la frecuencia del amor:

a. Transforma las emociones de baja frecuencia vibracional (turbulencias emocionales) con la frecuencia del amor y el perdón.

b.     Tangibiliza tu amor mediante la tolerancia, el respeto y la ternura.

c.      Amplia tu círculo de compasión.

3.     Vive en paz. La paz comienza en nuestra mente:

a.     Gestión correcta de los pensamientos.

b.     Vive en presente, en el aquí y en el ahora.

c.      Vive sereno.

d.     Practica el silencio.

4.     Convive en paz:

a.     Sé impecable con tus palabras.

b.     No tomes nada como personal.

c. Prescinde de la toxicidad al relacionarte, evitando dominar, enjuiciar, prejuiciar, etiquetar, controlar, dramatizar, competir o luchar.

d.     Perdona y perdónate.

e.     Se amistoso.

f.       Responde conscientemente en lugar de reaccionar automáticamente.

5.     Vive viviendo:

a.     Acepta lo que es y acontece.

b.     Lo importante no es lo que te pasa, sino como lo vives.

c.   Despliega tus dones y talentos, y ponlos al servicio de los demás y de la Vida.

6.     Vive Eco:

a.   Ecológico: toma consciencia de tu vinculación con la naturaleza y da un paso al frente haciendo los ajustes necesarios para hacer tu contribución al planeta.

b.     Económico: mediante una vida sencilla y abundante.

7.     Aterriza tu espiritualidad o filosofía de vida:

a.     Esclarece tu propósito en la vida.

b.     Practica a diario algún método de conexión o comunión.

c.     Estudio: dedica un tiempo diario a aquellas lecturas que inspiren y motiven la búsqueda de la Verdad esencial, junto con sus valores y virtudes inherentes.

d.     Cultiva pensamientos y sentimientos dignos.

e.     Sé coherente.

f.       Mantén una actitud de servicio.

g.    Vive con fe: elige confiar en la vida, comprometerte con tu transformación positiva y persevera en este empeño.

h.     Vive libre: libérate de todo lo que te apresa (preocupaciones, suposiciones, apegos y miedo).

i.   Vive desde la esencia: poda de tu vida las acciones ejecutadas desde la apariencia (vanidad, capricho, ostentación, etc) y céntrate en tu esencia, su desarrollo, despliegue y evolución.

j.     Sé un auténtico co-creador: toma plena consciencia de tu rol de co-creador de circunstancias, escenas, encuentros y acciones en tu vida. Créate una buena vida.

k.    Tienes que nacer de nuevo: morir a una antigua manera de ver, comprender y vivir la vida, centrado en la apariencia, y nacer a una nueva forma de vida, centrado en la esencia, donde el yo superior sea el que tenga el mando consciente de nuestra vida.

Leer más:

Endocracia. Poder interior             

Endocracia, consciencia y gestión social