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lunes, 12 de febrero de 2024
sábado, 2 de diciembre de 2023
ENDOCRACIA
El poder interior
Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y
Asia María Pérez de Peñaloza.
Primera vez que la escuchaba. Se lo expresé a
mi esposa y en seguida fui en busca del diccionario para conocer su significado
y, ¡oh sorpresa!, ¡esta
palabra no existe en el diccionario!
La palabra más cercana que pudiera servir
para inferir su significado es: “Democracia”, del griego demos: pueblo y kratos: autoridad, o sea, el poder en manos del pueblo. Entonces endocracia significaría: el poder en manos de nuestro interior (de nuestro ser, esencia
o consciencia) en una primera acepción; o gobierno interior, en una
segunda acepción.
Es recién ahora que cobra sentido esta
palabra al ser testigos presenciales de cómo se está desmoronando nuestra
sociedad, nuestras familias y nuestro medio ambiente. Muchos pensadores y
sabios de nuestra época catalogan a la nuestra como una sociedad distópica,
inmersa en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, provocado por una
consciencia humana preponderantemente egocéntrica, materialista e
individualista, una sociedad que “ha
matado a Dios” (a decir de Friedrich Nietzsche, filósofo y filólogo alemán,
1844-1900), en la cual se ha desterrado toda idea de lo trascendente y, por lo
tanto, que otorga todo el poder a lo exterior, lo superficial y efímero.
Solemos tener ojos miopes a la hora de ir a
la causa más profunda de esta decadencia y solo atinar a ver la superficie. No
obstante, al profundizar cada vez más en la causa de fondo de estos problemas,
nos conseguimos una y otra vez con comportamientos humanos tales como: el
materialismo, el egoísmo, la codicia, la deshumanización, la desnaturalización
(desconexión y desprecio de la naturaleza), el especismo (considerar a la
especie humana como superior, y, por tanto, dueña y con derecho a disponer de
las demás especies vivas del planeta), etc. Estas actitudes de baja gama
vibracional (también llamadas vicios o
antivalores) son agentes que contaminan la consciencia del ser humano y
dejan de lado los valores que son los cimientos de cualquier construcción
consciente que queramos efectuar.
Por ejemplo: es por codicia y ambición que depredamos la naturaleza y sus recursos sin
importar la destrucción que infringimos a los ecosistemas. Es por ego y soberbia que hay opresión y
oprimidos entre las familias y los pueblos. Es por apego y avaricia que se penetra en el frio mundo del materialismo
aun a expensas de arriesgar nuestra salud y felicidad.
Estos antivalores tienen un común
denominador: la ignorancia, desconocimiento u olvido del ser consciente que
somos. Como dijo François de Rebelais (sacerdote y médico francés, 1494-1553): “La ignorancia es el origen y la madre de
todos los males”.
Ignoramos quienes somos y confundimos
apariencia con esencia. Creemos ser lo que tenemos; creemos ser los títulos que
ostentamos; creemos ser el estatus socioeconómico. Todos estos son posesiones, roles
y aspectos de nuestra vida, pero no lo que somos. Incluso, intentando dar un
paso de introspección solemos identificarnos en principio con nuestra parte
perecedera (El “yo inferior” (Ego): nuestro cuerpo físico, emocional, mental, y
la personalidad a él asociada), relegando al olvido a nuestra parte
imperecedera, nuestra esencia y conductor de nuestro vehículo humano. Erigir
nuestra personalidad sobre estos fundamentos exteriores pone en riesgo nuestro
bienestar, felicidad y realización, pues entramos a depender enteramente de
como vayan las circunstancias exteriores para experimentar satisfacción en la
vida. Y ¿cuándo no estén?, ¿cuándo se acaben?
Por olvidar nuestra esencia somos presa fácil
de las campañas publicitarias que caracteriza a nuestra sociedad de consumo
actual. Caemos en la trampa de creer que si no tenemos aquello o lo otro no
seremos felices. Confundimos prosperidad con posesiones o abundancia con
acumulación. Incluso, se nos estimula a compararnos con los demás, siendo esta
actitud caldo de cultivo para la aparición de otros antivalores, como la envidia, la vanidad y el egoísmo.
Otra acepción de la endocracia es la capacidad de gobernarse a sí mismo (autosoberanía). ¿Ya has tomado consciencia de que tienes un universo interior por gobernar?.
Esta pregunta profunda y provocadora nos recuerda el Principio Hermético de Correspondencia que se basa en la
analogía: “como arriba es abajo; como
abajo es arriba”. Así como hay un macrocosmos gobernado por un Creador,
también hay un microcosmos gobernado
por un co-creador que eres tú mismo. Considera por tanto a tu cuerpo humano
como un universo con galaxias (órganos, tejidos), estrellas (neuronas; núcleos
atómicos), planetas (células; electrones orbitando a los núcleos). Esta visión
nos pone frente a frente con la responsabilidad,
considerada por algunos sabios como el primer portal del alma. Se refiere a
tomar plena consciencia de la importancia trascendental que significa la
encarnación humana, la responsabilidad que tenemos para con los órganos,
sistemas, células, moléculas y átomos que componen nuestro cuerpo humano
(microcosmos). Para todos ellos nosotros somos “Dios”, y están prestos a seguir
nuestros designios, expresados en la forma de pensamientos, sentimientos y
acciones, en la dirección que nosotros mismos otorguemos.
Si
yo cambio, el mundo cambia.
La endocracia nos convoca a un sincero trabajo interior en beneficio propio y
el de nuestro entorno. Podemos resumir esta labor
into como el proceso alquímico interior de incinerar la sombra de nuestra
apariencia con la luz de nuestra esencia, para de esa manera recuperar la
memoria de nuestra divinidad olvidada. Empoderados con este recuerdo al que
llamamos espiritualidad (filosofía aplicada), nacer a una nueva forma de ver,
comprender y vivir la vida, servir con nuestros dones y talentos, vivir y
convivir en paz, amor y libertad. Con todo esto estaremos siendo semillas para
una nueva humanidad y ofreciendo nuestro aporte de consciencia al consciente
colectivo de la humanidad.
Si bien el término endocracia nos pudiera parecer
nuevo, nada de lo acá expresado en realidad es innovador, pues forma parte del
legado de conocimiento y práctica de grandes personajes de nuestra historia y
de los guías morales y espirituales de la humanidad.
El Libertador de América, Simón Bolívar, conocía bien acerca de
esto y lo resumió en muy pocas palabras:
"Moral y luces son nuestras primeras
necesidades".
Leer más:
Endocracia, consciencia y gestión social
¿Cómo ejercitar la endocracia en nuestra vida?
Endocracia, consciencia y gestión social
Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.
Hasta ahora la nota distintiva de esta
humanidad ha sido la consciencia
egocéntrica, es decir, creer que todo y todos han de girar en torno a uno
mismo (“lo que yo quiero, como yo quiero, cuando yo quiero”). Por lo tanto, gestionar
la endocracia en este escenario se
convierte hoy en día en un desafío, pues está en contravía con el tipo de
gestión superficial e individualista que elige la mayoría de las personas, algo
por demás paradójico, pues una vida de materialismo, egocentrismo y frivolidad
suele conducir a la separatividad, la infelicidad y al vacío existencial. La endocracia, por el contrario, aporta
sustancia, energía y significado a la vida, ofreciendo al colectivo humano un
nuevo enfoque desde donde mirarnos los unos a los otros, una consciencia de unidad (fraternidad).
En el ámbito social y político la endocracia contrasta con los sistemas de
gestión y gobierno que hasta la presente han imperado en la humanidad. Si bien
estos sistemas han evolucionado desde la autocracia
hasta la actual democracia, la endocracia nos plantea un posible
siguiente paso evolutivo. Todos los sistemas que hasta ahora hemos conocido tienen
como común denominador una gestión centrada en el exterior (desde fuera y hacia
fuera), mientras que la endocracia nos
propone algo radicalmente distinto, una gestión centrada en el interior, desde
donde se proyecte hacia el exterior (desde dentro hacia fuera). Es por esta
razón que la endocracia está muy
vinculada con lo que actualmente llamamos consciencia.
¿Y qué entendemos por consciencia?. Al respecto, el diccionario de la lengua española la
define como una triple capacidad: la
capacidad de conocerse a uno mismo, de conocer la realidad que nos rodea y de
interactuar con ella. Por lo tanto, se pudiera entender como una propiedad cognoscitiva
de nuestra esencia, una especie de sistema operativo del espíritu humano desde
donde brota la sabiduría interior. Podemos decir que la consciencia es para la ciencia, lo que el alma es para el creyente. Esto perfila a la endocracia como una vía filosófica de entendimiento entre ciencia y
espiritualidad, pues ambas son enfoques distintos que nos acercan hacia una
misma Verdad; representan las dos alas del vuelo del ser humano hacia el
conocimiento de sí mismo.
Al vincular endocracia y consciencia, automáticamente nos sintonizamos con todo un caudal de conocimiento que legaron muchos sabios y sabias a la humanidad relativo a la importancia y trascendencia del autoconocimiento, que podemos resumir con la expresión del gran filósofo de la Grecia antigua, Platón: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.
En el mundo, hemos dado poder a líderes sin
pureza (sin ética, valores o virtudes), quienes utilizan el poder para
satisfacer sus ambiciones personales y las de sus allegados, sirviéndose, en
lugar de servir al pueblo que lo eligió.
La endocracia nos recuerda que hay un poder dentro
de cada uno de nosotros y dentro de cada candidato a ser líder de una
comunidad, provincia o nación. Es un poder guiado por la sabiduría interior que
procede de su divinal esencia (en
palabras de San Juan de La Cruz, místico cristiano, 1542-1591).
La endocracia nos hace tomar consciencia de nuestro poder
para tomar decisiones basadas en la sabiduría, sensatez y sentido común. Por
ello nos hace reflexionar cuidadosamente para poder trascender el viejo paradigma de elegir a un gobernante por lo
meramente externo (apariencia, emocionalidad, promesas, populismo), que solo se
harán realidad si están acompañados de valores como la responsabilidad, honestidad
y la rectitud. Más decadente aun
es cuando elegimos a un gobernante basándonos en beneficios personales que
obtendremos de ello, olvidando el bien común. La endocracia nos enseña a ver más allá de las
apariencias, ver el fondo tras la forma y poder reconocer el verdadero tesoro
que hay en el interior del líder, sus virtudes.
La endocracia le enseña al líder cuales son los atributos internos que debe cultivar en sí mismo antes de emprender su campaña. Le lleva a encontrarse consigo mismo, con su consciencia, con su alma. Escudriñar su interior y discernir si de veras anhela servir de corazón a la humanidad a través del poder que recibirá o solo está siendo movido por su sombra, que aun no atina a iluminar. Le recuerda al líder la gran responsabilidad ante el mundo y ante Dios, que esta tarea implica. Deberá tener la humildad suficiente para comprender que este poder no es suyo, sino que fluirá a través suyo, y debe utilizarlo para el servicio. Que el reconocimiento mayor no será exterior, sino interior: la satisfacción de haber cumplido la misión por la que vino a este mundo.
El que esté libre de pecado, que lance la
primera piedra. Solo reconocerá las virtudes reales de un líder
quien las cultive en sí mismo.
La endocracia no se limita a
empoderarnos para elegir a los gobernantes locales o nacionales. Se refiere
también, y, sobre todo, al autogobierno, a ser autosoberanos, gobernadores
de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras relaciones. Para lograr esto e
incrementar nuestro poder de discernimiento, intuición y sabiduría al tomar
nuestras decisiones, hemos de ocuparnos de nuestra propia auto-transformación
(nacer de nuevo, en palabras de Cristo Jesús), reconociendo e iluminando el
aspecto sombra de nuestra personalidad, transformando los antivalores (ira,
odio, miedo, avaricia, codicia, egoísmo, hipocresía, apego) en valores y
virtudes (paz, amor, respeto,
responsabilidad, pureza, verdad, humildad, bondad) hasta personificarlos en nuestra vida mediante prácticas de vida consciente.
Estas prácticas de vida consciente te
permitirán caminar por el mundo con una consciencia más despierta, más
compasiva, más libre y feliz. Al encarnar estas prácticas de vida le estarás
bajando el volumen al olvido del Ser
(nuestra sombra, antivalores, vicios) y subiendo el volumen al recuerdo del Ser (nuestra esencia con
sus dones, talentos y virtudes), con lo cual estarás expandiendo tu
consciencia, repercutiendo (aunque no lo quieras o no lo veas) sobre tu hogar,
agrupación o familia, apoyando la transformación en un hogar consciente,
saludable y feliz.
Leer mas:
¿Como
ejercitar la endocracia en nuestra vida?
Ensayo escrito por: Carlos A. Peñaloza M. y Asia María Pérez de Peñaloza.
La manera de ejercitar la endocracia en nuestra vida es a través
de tres actividades complementarias entre sí: el estudio, la conexión y la coherencia
a través de la acción consciente.
El
Estudio: consiste en dedicar un tiempo
diario a aquellas lecturas que inspiren y motiven la búsqueda de la Verdad
esencial, junto con sus valores y virtudes inherentes (libros sagrados,
lecturas de consciencia, filosofía, lecciones de vida, etc); lecturas inspiradoras
acerca de la vida y obra de los santos, seres iluminados y maestros de la
humanidad; y lecturas que nos ayuden a idear planes para mejorar la vida,
alinearla con nuestra meta y objetivo.
La
conexión ha de gestarse primero hacia
dentro (conexión con nosotros mismos, con nuestra esencia) a través de algún
método de autoobservación; de allí surge una correcta y consciente conexión con
los demás y con el mundo que nos rodea. Este nivel superior de conexión desemboca
necesariamente en una acción consciente,
que es lo opuesto a la reactividad, el culto a la velocidad, los afanes, las
expectativas y la indivi-dualidad que caracteriza a la acción corriente que predomina en esta sociedad distópica en que
vivimos.
La
acción consciente
consiste en prácticas de vida atenta, serena y armónica, guiadas por el anhelo
de iluminar las áreas grises de nuestro carácter y transformarlas en valores y
virtudes que posibiliten personificar la mejor versión de nosotros mismos,
ampliando paulatinamente nuestra mira hasta lograr ver a los demás seres como
lo que intrínsecamente son: nuestros hermanos. De esta manera estaremos
haciendo nuestro aporte la consciencia
de unidad, que, según muchos sabios, será la consciencia predominante de la
nueva humanidad emergente post-distopía.
Prácticas
de vida consciente
Se trata de la implementación de sencillos
hábitos y costumbres cuya finalidad es alinearnos con la existencia, dar
nuestro aporte consciencial en lo particular a nuestra vida y en lo general a
la humanidad. Estas prácticas permiten un mayor grado de bienestar, libertad,
felicidad y consciencia, tanto a nosotros como a los otros, y al entorno donde
nos desenvolvemos. Las hemos reunido en siete:
1.
Vive saludable:
a.
Ser
plenamente consciente del tipo de alimentos que ingerimos y del tipo de
líquidos que bebemos;
b.
Ser
constante con la ejercitación de nuestro cuerpo y nuestra mente;
c.
Proporcionarle
a nuestro cuerpo el adecuado descanso, incluyendo un sueño reparador.
2.
Vive en la frecuencia del amor:
a. Transforma
las emociones de baja frecuencia vibracional (turbulencias emocionales) con la
frecuencia del amor y el perdón.
b.
Tangibiliza
tu amor mediante la tolerancia, el respeto y la ternura.
c.
Amplia
tu círculo de compasión.
3.
Vive en paz. La paz comienza en nuestra mente:
a.
Gestión
correcta de los pensamientos.
b.
Vive
en presente, en el aquí y en el ahora.
c.
Vive
sereno.
d.
Practica
el silencio.
4.
Convive en paz:
a.
Sé
impecable con tus palabras.
b.
No
tomes nada como personal.
c. Prescinde
de la toxicidad al relacionarte, evitando dominar, enjuiciar, prejuiciar,
etiquetar, controlar, dramatizar, competir o luchar.
d.
Perdona
y perdónate.
e.
Se
amistoso.
f.
Responde
conscientemente en lugar de reaccionar automáticamente.
5.
Vive viviendo:
a.
Acepta
lo que es y acontece.
b.
Lo
importante no es lo que te pasa, sino como lo vives.
c. Despliega
tus dones y talentos, y ponlos al servicio de los demás y de la Vida.
6.
Vive Eco:
a. Ecológico: toma consciencia de tu vinculación con la
naturaleza y da un paso al frente haciendo los ajustes necesarios para hacer tu
contribución al planeta.
b.
Económico: mediante una vida sencilla y abundante.
7.
Aterriza tu espiritualidad o filosofía de
vida:
a.
Esclarece
tu propósito en la vida.
b.
Practica
a diario algún método de conexión o comunión.
c. Estudio:
dedica un tiempo diario a aquellas lecturas que inspiren y motiven la búsqueda
de la Verdad esencial, junto con sus valores y virtudes inherentes.
d.
Cultiva
pensamientos y sentimientos dignos.
e.
Sé
coherente.
f.
Mantén
una actitud de servicio.
g. Vive
con fe: elige confiar en la vida, comprometerte con tu transformación positiva
y persevera en este empeño.
h.
Vive
libre: libérate de todo lo que te apresa (preocupaciones, suposiciones, apegos
y miedo).
i. Vive desde la esencia: poda de tu vida las
acciones ejecutadas desde la apariencia (vanidad, capricho, ostentación, etc) y
céntrate en tu esencia, su desarrollo, despliegue y evolución.
j. Sé
un auténtico co-creador: toma plena consciencia de tu rol de co-creador de
circunstancias, escenas, encuentros y acciones en tu vida. Créate una buena
vida.
k. Tienes que nacer de nuevo: morir a una antigua manera de ver, comprender y vivir la vida, centrado en la apariencia, y nacer a una nueva forma de vida, centrado en la esencia, donde el yo superior sea el que tenga el mando consciente de nuestra vida.
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